05 SEP (MIA).- Liliana Rodríguez asegura estar viviendo un renacer desde que tomó la decisión de ponerse la manga gástrica, que la ha llevado a perder alrededor de 75 libras. Ese cambio físico llevó a la hija de José Luis Rodríguez «El Puma» a un cambio emocional, espiritual e incluso laboral para la panelista de «¡Siéntese Quién Pueda!» (Unimás), el nuevo programa de chismes y entretenimiento conducido por Julián Gil.

«Nací de nuevo y me siento imparable, invencible, y creo que esa decisión Dios la apoyó de una manera que se han abierto otras puertas, que no sé si se hubieran abierto con la vieja Liliana».

Y es que después de la operación le llegaron distintas ofertas de trabajo hasta que escogió participar en «¡Siéntase Quien Pueda!».

«Me propusieron para otro reality de tres meses en la otra cadena competitiva y me ofrecieron villas y castillas, pero cuando me plantearon esta nueva programación con este planteamiento yo dije ‘¡oh, no, yo quiero estar aquí!'».

La presentadora asegura que lo más difícil fue tomar la decisión de operarse.

«Yo me arrepiento de no habérmelo hecho antes, de perder años comiendo lechuga y tomate, haciendo ejercicio que no me servían para nada, sudando, poniéndome plásticos, tomando cuanta pastilla existía en el mercado, inyectándome cualquier cosa para acelerar el metabolismo y no me funcionaba nada…

«Y eso me llevó a fumar de más, a beber de más, a comer de más, a abandonar a Liliana».

La también actriz trató de reflejar una realidad distinta a la que vivía.

«Siempre quise ser una gordita feliz pero dentro de mí era muy infeliz y se fue poniendo peor, y peor y peor».

  • ¿Por qué crees que no te querías a ti misma?
    Pasas mucho tiempo diciéndote: ‘bueno, tu papá no te quiere y te desprecia en púlico, pues eso te da permiso de abandonarte’, y a decir ‘¡oh, pobrecita yo!’. «Después, el papá de mi hija por 25 años me dijo ‘no puedo seguir viviendo contigo, ya no te soporto’, porque mientras más amargado te pones más insufrible te pones para los demás, y la convivencia en el hogar se hace insoportable.

«Así que cuando mi esposo en aquél entonces me dijo ‘¡me voy, ya no puedo!’, eso fue un golpe bajo para mí, mortal, y ahí sí toqué fondo. Ahí bajé los guantes de guerra y dije ‘ok, debe ser que yo soy el problema, nadie me quiere porque yo soy el problema’.

«Estoy aquí para decirte que no eres el problema, tienes un problema que resolver, pero no eres tú el problema».

Jennifer García/MezcalTV

Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo y su correspondiente imagen infringe los derechos de autor.